VOLVER AL AULA
MELVIN MARTÍNEZ
melvinadalidmr@gmail.com
Nada más hermoso que un aula
llena de sonrisas; signo de la esperanza de que un mundo verdaderamente mejor
es posible.
Las escuelas no sólo están vacías,
lloran añorando el bullicio tierno de los niños disfrutando su alegría.
Los centros educativos tienen
mucho tiempo de estar abandonados. Solamente los recordamos por la onerosa
propaganda y los grandes discursos, de una educación mejor, que los niños, sus
padres, madres y maestros han escuchado confirmando la mentira, la demagogia
cínica como injusticia permanente de los últimos doce años y medio de gobierno.
Volver al aula es urgente, pero
antes que vuelvan los niños, los jóvenes y los docentes, deben llegar al aula
acciones gubernamentales concretas.
El aula, ese templo de ideales y
esperanzas, de conocimiento, tecnología y arte no sólo lo conforman las paredes,
el techo, el piso, el pizarrón. Lo más importante del aula son los niños, los
jóvenes. Para ellos hay que invertir, en sus libros, en pupitres, en la ahora
necesaria tecnología actualizada.
Los alumnos son el corazón de los
centros educativos.
Hay que invertir en la soberanía
y seguridad alimentaria de las familias de los educandos, la merienda escolar
está bien, si es parte de la transformación del sistema económico neoliberal
que sólo produce pobreza.
Hay que volver al aula garantizando
no sólo la vida, con medidas de bioseguridad, sino la atención tierna, afectiva
de docentes y padres comprometidos y motivados.
Volver al aula exige también
dirigir la mirada a los docentes, gremio merecedor de un trato digno que
reconozca su noble e importante labor.
Volver al aula llenando las
escuelas de alegría, de condiciones pedagógicas aceptables, es una acción
impostergable de la Revolución Educativa.
El abandono ha sido tan grande
que las acciones son urgentes e impostergables.
El diagnóstico técnico y la lista
de las necesidades concretas ya está hecha, los directores de los centros
educativos las envían todos los años en febrero a sus autoridades inmediatas,
casi siempre sin recibir respuesta.
Hace falta buscar recursos
asegurar la transparencia y la inversión programada a partir de las prioridades.
Volver al aula y empoderar al
docente, al Padre y madre de familia motores verdaderos del desarrollo
educativo.
Volver al aula implica
urgentemente convertir a los docentes en servidores de sus alumnos y de su pueblo.
Volver al aula significa una
comunidad comprometida con la escuela, ese espacio de lucha donde se construye
el futuro de la patria.
Volver al aula exige un
compromiso académico, pedagógico de las nuevas autoridades, dejar de ver la
educación como un mercado de oportunidades de empleo y trascender ya a
transformaciones profundas que permitan a nuestros niños y jóvenes convertirse
en hombres y mujeres de bien, profesionales o técnicos capaces de comprometerse
para construir una sociedad nueva, justa, capaces de resolver sus problemas y los
de su comunidad.
Volver al aula para que niños y
jóvenes descubran sus talentos y se formen una conciencia social que les
permita poner los dones dados por Dios, al servicio de la humanidad.
Urge volver al aula y transformar
desde ahí la conducta ecológica, ambiental de toda la sociedad, para cuidar y
proteger nuestro planeta, nuestra casa común.
Volver al aula nos obliga a elevar
la acción pedagógica a su ideal mayor, a promover en las comunidades educativas
un compromiso con el mundo, la ciencia, la tecnología, el arte, y el deporte,
para la formación de ciudadanos con base axiológica, capaces de contribuir en
la transformación, social, económica, cultural y política de la comunidad local
y nacional.
Volver al aula para reconstruir
la patria después de tanta corrupción y abandono.
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