Visitantes

martes, 15 de septiembre de 2020

WHATSAPPIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

 

WHATSAPPIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN. 

MELVIN MARTÍNEZ. 

melvinadalidmr@gmail.com 

La educación hondureña se ha convertido en un gran desafío para los que la ven en serio, como camino de liberación y desarrollo.

El gran obstáculo es el desinterés gubernamental de invertir en la educación pública, a la que aspiran aprovechar niños y jóvenes de las mayorías de la población pobre y en proceso de precarización permanente.

La propaganda gubernamental, de su acción en este campo, es indignante si la comparamos con la improvisada y raquítica inversión en el sistema público de educación en el que existen infinitas carencias. 

Las disposiciones y acciones en educación son inoportunas y planificadas, durante la pandemia, solamente para una minoría que tiene acceso a internet, más o menos el 40 por ciento de la niñez y juventud, de los centros educativos gubernamentales.

Las autoridades celebran una cobertura que margina a la mayoría, y se auto engañan con una virtualización inexistente aun dentro de ese sector con acceso a internet.

Lo que realmente tenemos es una whatsappización del acto de enseñar. La aplicación virtual usada por casi la totalidad de los docentes y alumnos es el WhatsApp; muy pocos usan otras aplicaciones. Las aulas virtuales son casi inexistentes y los pocos que las usan sólo lo hacen con un número muy pequeño de los alumnos con conectividad.

Los grandes héroes de lo que hasta hoy se hace en educación son los docentes, que han sido más efectivos que sus autoridades al atender con materiales escritos, financiados por ellos mismos, a un porcentaje importante de alumnos sin conectividad. Los profesores también han invertido en tecnología y se han autoformado en los asuntos básicos de la informática.

Las estrategias propuestas por los tecnócratas de educación han sido poco usadas porque no se consultó, ni capacitó a los mentores para el aprovechamiento de las mismas.

La whatsappización fue más factible porque es lo que docentes, alumnos, padres y madres manejan.

Los docentes han multiplicado su trabajo y ampliado su horario de atención al alumnado.

Salvo muy raras excepciones, el magisterio ha sido empático con alumnos y padres de familia y en muchos casos han trascendido a acciones solidarias con las familias de los estudiantes ante la precariedad agravada como consecuencia de la crisis de salud y económica.

Pero hay ideas proactivas y esperanzadoras; comparto la del profesor Amilcar Tomé, Ex presidente del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras, quien plantea que "La situación en el sistema educativo es compleja y debe concebirse como un proyecto a construir, declarando lo que falta del año como un tiempo de construcción de propuestas alternativas. El magisterio debe continuar siendo propositivo y seguir capacitándose en tecnología virtual, uso de herramientas y plataformas tecnológicas, para valorar y utilizar en el futuro inmediato las buenas intenciones de aprovechar la tecnología informática. La currícula nacional debe construirse y plantearse desde las comunidades conforme las características culturales y socio económicas. La infraestructura educativa debe adecuarse a la nueva realidad tanto de la pandemia como de la tecnología pedagógica. El presupuesto educativo debe readecuarse a estas nuevas y antiguas necesidades".

Es urgente despolitizar y desburocratizar la toma de decisiones en el sistema educativo y darles una orientación pedagógica curricular.

Valorar la opinión de los docentes y sus organizaciones es fundamental para que las decisiones y propuestas se orienten hacia una real revolución educativa. 

Sólo es posible generar cambios en el sistema educativo empoderando a los profesores y profesoras en los procesos de transformación educativa.