PELIGROS DEL PHOTOSHOP
MELVIN MARTÍNEZ
Recientemente viajé al norte del
país, transité por algunos pueblos y ciudades de los departamentos de
Comayagua, Cortés, Yoro y Atlántida.
Las calles y carreteras están
llenas de fotografías de hombres y mujeres sonrientes, en retratos
evidentemente retocados, muy alejados de la realidad, en los casos de muchos
que conozco. El photoshop y otras aplicaciones o software especializados en
arreglar rostros, para ponerlos atractivos, fueron bien utilizados. Lamenté
leer tan pocos mensajes esperanzadores. Exceso de demagogia fina, hipocresía de
alto nivel.
Candidaturas para alcaldes,
diputados y presidentes: vacías, sin propuesta. Puras fotografías. Evidente
acción de mercadeo político, manipulación de masas. Abundan los candidatos
acusados de corrupción. Muchos de los diputados que, al estar cuestionados por
su deshonestidad, expulsaron la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la
Impunidad en Honduras (MACCIH) que evidenció con pruebas los actos deshonestos
de estos políticos, otros tales que impidieron ser investigados ejerciendo su autoridad,
y que ni con toda la tecnología pudieron borrar de sus ojos la sonrisa malévola
de las ansias de poder.
Fueron tantas las fotografías en
afiches, banner, rótulos; que me animé a llamar a unos amigos dedicados al
negocio de la publicidad. Me quedé impactado de cuanto es de onerosa la
propaganda política. Me decía un amigo, esto sólo pasa cada 4 años y tenemos
que aprovechar la temporada.
Es imposible para un hondureño,
con salarios modestos, financiar una campaña política. Sencillamente imposible.
Una campaña proselitista de estas, sumándole el costo de los anuncios televisivos
y radiales significaría, para alguien que gana veinticinco mil lempiras
mensuales aproximadamente unos 7 años de sueldo. Al conocer las cifras del
costo de la propaganda política y compararlo con los ingresos posibles de
algunos candidatos, decenas de preguntas surgen inevitablemente, y también vienen
las especulaciones y las aseveraciones falaces como que: “sólo los que tienen
dinero pueden participar en política”.
Al valor comercial de la
publicidad proselitista, no agregamos la cantidad que los políticos deben
repartir en forma de ayuda en efectivo o bolsas de víveres entre otras.
¿De dónde surge el dinero de las
campañas políticas?
Habrá alguien en su sano juicio
dispuesto a arriesgar fortuna por el afán de poder o en el mejor de los casos
por su vocación de servicio. Las
fotografías colgadas en los postes de alumbrado eléctrico me responden que sí.
Eso es evidente, pero lo más seguro es que estas campañas tan costosas estén
contaminadas por dinero ilícito o por dinero de personas poderosas
económicamente, que necesitan algunos favores en los diferentes poderes del Estado,
para asegurar el crecimiento de sus fortunas.
Los partidos políticos en
Honduras no tienen formas transparentes de recaudación de recursos económicos,
para el financiamiento de sus campañas.
No conozco una instancia
funcional que garantice una política limpia en el país.
Los candidatos a cargos de
elección popular usualmente no rinden cuentas del origen del dinero utilizado en
sus campañas. Esto es muy peligroso para la democracia porque es una puerta
abierta para los delincuentes financieros, el narcotráfico y los grupos de
poder que tendrían, del control gubernamental, un gran beneficio.
Seguro que entre tanto candidato hay
algunos honrados, transparentes, leales al pueblo, sin embargo, con seguridad,
no podrán tener presencia en el mercadeo político y el votante los verá desde
la falacia de que “todos los políticos son iguales”.
¿Qué hacer frente a esta
realidad? ¿Cómo evitar que el pueblo se deje engañar por una propaganda
proselitista sin propuesta, vacía, manipuladora?
Desgraciadamente la pobreza en
que vive más del 60% de la población y los bajos niveles educativos permiten
que una buena cantidad de hondureños vaya a las elecciones a votar por
candidatos que olvidarán a sus votantes más rápido que el tiempo que la
intemperie tarde en despintar las fotografías retocadas.
Urge una
educación política popular para formar conciencia ciudadana.